Sentí su erección debajo de sus pantalones y lo toqué en broma. Pronto sentí sus manos en mis muslos, subiendo suavemente, trayendo consigo toda la tela del vestido. Cuando llegó a las bragas, tocó mi íntima debajo de la diminuta tela de encaje, sintiendo el exceso de humedad.
- Caliente... - Murmuró mientras sus labios besaban mi cuello sin prisa.
- Vete, Francis... - le pedí, como si eso tuviera que pasar siempre que estuviéramos juntos.
Hábilmente rasgó los costados, quitándose fácilmente las bragas mientras las deslizaba en su bolsillo.
- Todavía soy hábil para quitarme las bragas... Cuántas... ¿De verdad te las quitaste? Apreté sus nalgas con todas mis fuerzas.
Él gimió:
- Mujer, eres muy celosa... Te juro que me porté.
- Entonces pruébalo... Y cómeme, como a mí me gusta, Francis.
Se dirigió a la raja del vestido, rasgándolo hasta la cintura:
- No hice el amor mientras estuve lejos de ti... Solo sexo. Porque el amor solo lo hago contigo, Vi.
- Francis... Loco... Mi padre está en