ROSARIO GARCÍA
  Me siento sola. Haberme enterado de quién es el padre de Christian solo hace que me aisle más porque me dan profunda vergüenza contarlo y se que esto recién comienza.
  Mí madre podría sufrir un infarto si supiera que él sacerdote de la iglesia donde ella va es el padre de su único nieto. Con mi padre tampoco quiero hablar porque se que me diría que esta no es la educación que él me brindó. No quiero ver la desilusión en sus rostros ni tampoco que se avergüencen más de mí.
  Cuando golpean mí puerta y veo que se trata de Nataly me siento tranquila, aunque tampoco me atrevo a decirle las últimas novedades. Intuyo que lo que hablemos se lo dirá a Ricardo y prefiero que él no sepa nada de mí.
  Preparo dos tazas de te y ella permanece en silencio. Es incómodo no saber de que hablar, pero más la sensación de que algo le ocurre y no me lo dice.
  -Fui a la casa de tus padres y me dieron tu nueva dirección. No sabía que te mudaste, ¿Por qué no me lo dijiste?
  -Tuve que