Francis abrió la puerta y dentro de la habitación se encontró con una enfermera a su lado dándole una inyección.
—Señor, lo siento. Pero no puede estar aquí.
—El doctor que atiende a mi hermano me autorizó cinco minutos.
—¿Cómo puedo estar segura de eso?
—¡Vaya y pregúntele! No estoy mintiendo, es mi hermano mellizo. Acaso no ve que somos iguales.
—¿Puedo ver su identificación?
—No soy un delincuente, solo vengo a ver a mi hermano porque llamaron de aquí a mi madre y estaba preocupada porque le dieron mala información.