La beba comenzó a sentir la tensión y empezó a llorar con desconsuelo, ella intentó calmarla meciéndola un poco, pero fue en vano.
—Quizás puedas ser más feliz con el otro.
—¡Carajo, Francis! Yo te amo a ti.
—Recién no pareció lo mismo.
—Pero qué dices, estaba hablando de hace cinco años atrás. Yo ahora te amo. Nos vamos a casar, tenemos una hija, tres en realidad.
—Que la críe tu amante —comentó mientras tomaba sus pertenencias.
—Francis, no te vayas. Estamos hablando.
—Ya no hay nada