Por Alejandro
Me olvidé que estoy hablando con mi padre, estoy enfrascado en mi propio mundo, uno en el que tengo el cuerpo desnudo de Valeria en mis brazos.
-Alejandro, te estoy hablando, Valeria me contesta por vos.
-Perdón, estaba pensando en…
La miré a ella y se ruborizó, creo que fue muy evidente, para Valeria, adivinar que mi mente voló hacia esa mañana cuando estábamos en el auto.
Volví a distraerme.
Sin querer me volqué una gotita de café que cayó en mi corbata.
-Vale, traeme una corbata.
-Permiso.
Dice yendo a buscarla.
-¿Qué pasa con tu secretaria?
Pregunta mi padre, lo hace con una sonrisa que no comprendo del todo.
-Nada.
-Es culta, se maneja bien, está preparada y responde sin dudar y sé que yo pongo nervioso a todo el mundo, no la cagues.
Me asombra sus halagos.
-Sé lo que vale.
Ella golpea la puerta antes de entrar, yo me paro, mientras me saco la corbata y se la doy, ella me pone la nueva corbata, haciéndome el nudo, como siempre.
La tomé por los hombros y estoy a punt