Catherine lleva una doble vida, de día es una secretaria fea y anticuada, y de noche una sensual bailarina considerada la reina de un club nocturno para caballeros. Tras un accidente, ella fue rescatada por Zack Anderson, el ceo de una selecta agencia de publicidad. ¿Pero cómo este hombre se convirtió en su jefe? Él siente un deseo profundo por Afrodita, y está enamorado del alma de Catherine. ¿Qué debería hacer? —Su voz me resulta familiar. —Tienes unos ojos preciosos, no deberías esconderlos detrás de esos anteojos. Con la llegada del príncipe de la corona todo se sale de control, ellos están inevitablemente atrapados en un triángulo amoroso. —Catherine, ¿o debería llamarte Afrodita?
Ler maisCatherine caminaba por los oscuros pasillos del club el olimpo rumbo a su camerino cuando se percató de que un sujeto la estaba siguiendo.
Sintió pánico así que apresuró el paso, pero no le fue posible escapar y antes de que pudiera gritar para pedir ayuda, él la sujetó y le cubrió la boca.
—He esperado mucho por este momento, preciosa, y hoy finalmente serás mía —le dijo en un susurro que hizo que Catherine se estremeciera de horror que le causó.
Ella intentaba liberarse de su agarre pero la fuerza del tipo era mucho mayor.
La arrastró hacia los vestidores y comenzó a tocarla por todos lados.
Catherine aprovechó la oportunidad para propinarle un fuerte golpe y se liberó.
Cuando estaba a punto de salir, él la tiró del cabello haciéndola gritar de dolor.
—¡Ayúdame!
—No te resistas, aquí nadie podrá ayudarte, así que será mejor que cooperes si quieres saber de lo que puedo ser capaz —le advirtió.
Se sintió perdida cuando el sujeto empezó a rasgarle la ropa.
Catherine trató de soltarse pero no lo logró.
Cerró los ojos, y justo cuando pensaba que él conseguiría forzarla, una poderosa voz apareció de repente.
—Suéltala infeliz —espetó mientras arremetía contra él.
—Es una cualquiera, pagué por sus servicios y quiso robarme —mintió descaradamente tratando de justificarse.
—Deja de mentir, Afrodita no se relaciona con los clientes, y aunque así fuera, nada justifica forzar a una mujer a hacer algo que no desea —pronuncia con determinación.
Él pretendía escapar, pero un fuerte grupo de seguridad llegó para capturar al agresor dejando a Catherine asolas con su salvador.
—¿Estás bien? —preguntó con mucho interés acercándose en forma de contención.
—Estoy bien, gracias por ayudarme —le dijo utilizando su acento francés que le servía para proteger su identidad.
Sus miradas se entrelazaron, y una mágica sensación se instaló entre los dos.
—Tus ojos son hermosos, pero me encantaría poder ver tu rostro —musitó tomando su mano.
Catherine sintió una descarga eléctrica por todo su cuerpo, había visto a ese joven sentado en primera fila presenciando su espectáculo y en más de una ocasión había intentado mantener contacto con ella.
Pero Catherine sabía que las reglas del club eran muy rigurosas, y de ninguna forma se expondría a romper alguna cláusula del contrato.
Mucho menos ahora que estaba a tan solo tres meses de terminar con aquella tortura.
Ella solo bailaba por necesidad, aún cuando ese apuesto hombre de hermosos ojos y de cuerpo perfecto, la había impactado desde el primer momento.
—No acostumbro a dejarme ver por nadie, agradezco lo que has hecho por mí, pero no puedo dejar expuesta mi identidad por políticas del club —le explica tratando de no herir sus sentimientos.
—Lo entiendo, pero nada nos impide conocernos fuera del club —propuso en forma coqueta.
—no es posible, y ahora si me disculpas quisiera poder cambiarme de ropa —le dice mientras señala su rasgada indumentaria.
La mirada seductora del joven la recorrió de arriba abajo percatándose de la sensualidad de su cuerpo.
—Entonces tendré que venir todos los fines de semana hasta que aceptes salir conmigo, Afrodita —susurró al tiempo que rosaba la palma de su mano con sus labios provocando que se le erizara la piel.
Un calor inexplicable la embargó, haciendo que se olvidara por un momento de todos los problemas que la atormentaban.
Zack salió del club con un mar de sensaciones que cada vez le costaba más trabajo reprimir, era tanto el deseo que sentía por esa bailarina que no descansaría hasta conseguir que ella revelara su identidad y le permitiera ir más allá.
Pero debía darse prisa, pues muy pronto tendría que tomar las riendas de la empresa de publicidad de la familia, y su tiempo se reduciría al mínimo.
Al llegar a casa, la madre de Catherine la esperaba con sus acostumbrados reproches, jamás perdía la oportunidad de torturarla con sus comentarios llenos de prejuicios y doble moral.
—Mamá, te he dicho que no me esperes despierta —pronunció la joven al verla sentada en el sofá.
—Si estuvieras en casa a una hora apropiada, no tendría que esperarte —le reclamó la mujer.
—Sabes que no puedo volver temprano, madre, tengo un contrato y debo cumplir con el horario —contestó apesadumbrada.
Todavía no entiendo cómo no pudiste conseguir un trabajo decente, Catherine —recriminó.
—Si mi padre no nos hubiese dejado esa horrible deuda, no tendríamos que estar pasando por todo esto —se defendió.
Amanda se cubrió el rostro con las manos haciéndose la víctima como siempre que se sentía acorralada.
—¿Hasta cuándo vas a echarme en cara lo de tu padre? —inquirió haciéndola sentir culpable.
—No lo tomes así, mamá, pero ya no sé de qué forma explicarte que no tuve más alternativa que trabajar en ese lugar para poder pagar la deuda y rescatarte de las garras de esos mafiosos que te tomaron como rehén —puntualizó.
Pero ella no quiso escucharla y se levantó para ir directamente a su cuarto cerrando la puerta con coraje.
Respiró hondo, mirando el currículum sobre la cama y la ropa especialmente combinada para mañana, estaba muy satisfecha.
— ¡Vamos, puedes hacerlo!
Al día siguiente en la oficina de ANDERSON PUBLICIDAD, la empresa con más prestigio en la materia.
Catherine sonreía por fuera, pero en realidad estaba nerviosa por dentro, y el anciano del otro lado de la mesa, su jefe Fred Anderson, estaba midiendo a la chica con cuidado.
Ella llevaba un viejo traje negro que no pegaba nada con la elegante agencia de publicidad, zapatos viejos y gafas feas.
Por supuesto, él no sabía que Catherine iba vestida así a propósito, porque quería confiar en sus puntos fuertes más que en su belleza.
—Bueno, señorita fletcher, creo que usted es perfecta para este cargo —ironizó mientras se imaginaba la cara que su hijo pondría al conocerla.
Porque Zack estaba acostumbrado a rodearse de mujeres hermosas y exuberantes y aquella asistente carecía de todo eso según su percepción.
Aún cuando para Fred lo importante siempre fueron los sentimientos y la capacidad que las personas pudiesen tener, sabía que sería una lección para el casanova de su hijo.
Catherine había cumplido dos semanas de haber iniciado a trabajar como asistente en Anderson publicidad, y Fred estaba encantado con las grandes capacidades y la eficiencia de la joven.
Ya que en muy poco tiempo se había empapado de todo lo concerniente a la oficina y ahora estaba seguro de que ella sería la ayuda idónea para Zack.
—Aquí están las carpetas con la información para la reunión con los socios, señor —le informó Catherine.
Él revisó los reportes financieros y se quedó maravillado al ver la precisión con la que habían sido elaborados.
—Permítame felicitarla por su eficiencia, señorita, definitivamente mi hijo quedará en las mejores manos ahora que me vaya —le dice de manera afectuosa.
—Lo vamos a extrañar, es usted una gran persona y siempre está pendiente de todos los empleados, algo que no es muy común en la mayoría de las empresas —comentó la chica.
Fred la miró con ternura, sabía que Catherine además de ser muy inteligente, también poseía grandes cualidades como persona y que su presencia, generaría un cambio muy positivo en su hijo.
La hora de la reunión donde se llevaría a cabo el nombramiento de Zack como el nuevo director de la compañía, finalmente llegó.
Catherine era víctima de los murmullos y comentarios malintencionados de la mayoría de los empleados debido a la imagen anticuada que se había fabricado.
Todos la miraban de forma despectiva menos su amable jefe que desde el primer día la había tratado de la mejor manera.
—¿ya vieron a la santurrona esa?, debería darle vergüenza venir vestida así a este lugar —murmuró una de las modelos publicitarias.
—El jefe está encantado con ella, algún atributo debe tener —insinuó una de las secretarías.
—En lugar de estar perdiendo el tiempo, deberían dedicarse a trabajar, esa chica será fea pero es muy inteligente y pensante, todo lo contrario a ustedes —la defendió el amable guardia de seguridad.
Cuando la charla estaba en su máximo apogeo, Catherine pasaba por allí mientras se dirigía a la sala de juntas.
No pudo evitar escuchar los cuchicheos, lo cual le hacía mucha gracia, pero prefería verse expuesta a todo tipo de burla a tener que ser sometida al acoso constante tal como le ocurría en el club.
—Buenos días —saludó ella con la sonrisa que la caracterizaba.
Se produjo un incómodo silencio que a ella le divertía demasiado.
—Buenos días —titubeó Charlie el vigilante de la entrada.
Todo estaba listo en la oficina, pero antes de llegar, por caminar pensando en lo que acababa de ocurrir no se fijó por donde iba y tropezó con un imponente hombre.
Sus ojos le resultaron bastante familiar, pero se quedó de piedra cuando se percató de quién se trataba, por lo que perdió el equilibrio debido a la impresión que sufrió.
Estaba a punto de caer, cuando unos fuertes brazos la sostuvieron, embriagando sus sentidos al respirar su sensual aroma masculino.
"No podré soportar verte casado con ella, por favor, mi amor, tienes que hacer algo para deshacerte de esa mujer", le suplicó.—Está bien, te prometo que pensaré la manera de hacer lo que me pides, pero por lo pronto trata de estar tranquila y ve a tu habitación para que nadie sospeche —.Luego de un arrebatador encuentro lleno de pasión, Ana regresó a su cuarto, convencida de que Marcus haría lo que ella le había pedido, pero estaba muy lejos de la verdad. El príncipe ya estaba planificando la forma de acabar con ese problema. Esperó a que fuera medianoche y le pidió a su consejero real, en el que confiaba plenamente, que le llevara una nota a la chica. Se escucharon los nudillos tocando suavemente en la habitación de Ana, era la señal que Patrick conocía perfectamente, y luego vio cómo se deslizaba una nota por debajo de la puerta. Ella se emocionó profundamente y tomó la carta con bastante nerviosismo, pensando que él ya tendría la solución que le había pedido para salir de ese com
Zack cerró bruscamente el ordenador, pero le resultaba imposible apartar de sus pensamientos la imagen tan grotesca que había visto. Odiaba a Cat por estarle causando este dolor, y todo el sentimiento de culpa que sintió por haberse involucrado con Afrodita, en ese momento desapareció. Pensaba que ella se lo merecía por haberlo traicionado de aquella manera tan vil.En tanto, Marcus llegó al palacio, acompañado de Amanda y su prometida. Como era de esperarse, su hermano Max ya los estaba esperando. Los recibió con cordialidad, viendo incrédulo la imagen de la hermosa chica que tenía ante sus ojos.—Bienvenida a Napa, cuñada —la saludó el príncipe cortésmente.—Muchas gracias —contestó ella tratando de sonar lo más amable posible.—Tu prometida es hermosa, hermano, y mi padre está ansioso por conocerla. Ya los está esperando —le anunció Max.—Entonces, no lo hagamos esperar, vayamos a ver a Su Majestad —señaló Marcus, tomando a Cat por la cintura.Atravesaron todo el castillo hasta lle
Capítulo 58.Zack despertó sobresaltado, y luego se volvió para buscar a Afrodita, se sentía sumamente culpable, por lo que había hecho, los tragos lo llevaron a actuar en forma desmedida y por lo poco que recordaba, había terminado en la cama con la bailarina.–¿Pero qué fue lo que hice? – se preguntó angustiado.Los remordimientos comenzaron a aparecer, pues obviamente con quien él quería estar, era con Catherine, pero el alcohol lo había arrastrado a cometer un grave error. Culpaba a Cat, por lo que estaba pasando, ya que si ella no lo hubiese abandonado, no se hubiera dejado llevar y ahora no se sentiría tan mal. Se levantó a toda prisa y buscó por todos lados a Afrodita, quien, por supuesto, ya no se encontraba en el Club, así que se vistió rápidamente, y salió sin que nadie pudiera verlo. Mientras conducía, los recuerdos de la noche anterior, empezaron a hacerse presente en su cabeza, los labios, la piel y el cuerpo de la joven se sentían tan semejantes a Catherine, después de t
Capítulo 57.Los nervios atenazaban el corazón de Catherine, sabía que lo que estaba haciendo no era lo correcto, pero al menos podría aminorar un poco el dolor de Zack al brindarle la compañía de Afrodita, lo cual sería un bálsamo también para ella ante todo ese terrible dolor que estaba experimentando. Llegó al club ataviada con el disfraz de Afrodita, y nada más llegar, todas las miradas se posaron en ella, en ese momento nada ni nadie le importaba, lo único que quería era llegar hasta donde estaba Zack, necesitaba con urgencia su contacto, escapar aunque fuera por un rato de lo que le esperaba. Nada más verla, Maryorie se acerca a ella, dándole un fuerte abrazo en señal de consuelo.– Amiga, me imagino por todo lo que estás pasando, no es justo que te veas obligada a hacer semejante sacrificio – comentó la chica en señal de contención.– Como ves, la vida no es nada justa, desde siempre mi existencia ha sido un suplicio, primero al verme obligada a trabajar en este lugar para salv
Capítulo 56.Catherine sintió que su corazón se desbordaba debido al cúmulo de emociones que traía encima desde ese fatídico día en que perdió la memoria. Pensó que al menos no tendría la necesidad de enfrentarse a la furia y decepción de Zack, pero ahora era consciente de qué eso no sería así. Zack estaba allí, y ella tendría que darle la cara y fingir que no lo amaba con locura y que por el contrario estaba enamorada de Marcus, y aquella realidad la atormentaba terriblemente. Él tocaba la puerta con frenética insistencia, y a Cat no le quedó mas remedio que abrir la puerta con manos temblorosas y el corazón desbocado. Entró a toda prisa y la miró desconcertado, había mucho dolor en su rostro, y eso hizo que a ella se le partiera el corazón, y le pedía a Dios con toda su alma que le diera las fuerzas necesarias para poder soportar el suplicio de tenerlo enfrente y no echarse a sus brazos y escapar de aquel tormento que le esperaba.– ¿Me puedes explicar qué rayos significa esto? – ex
Capítulo 55.Zack abrió la carta con manos temblorosas y el corazón desbocado debido a la tensión de aquel momento tan crucial. Comenzó a leer y era como si con cada palabra un puñal atravesara su pecho, dejándolo desgarrado por dentro. Se negaba a creer que Catherine lo hubiera abandonado después de todo lo que habían vivido juntos, después de haberse hecho promesas y haber planeado un futuro para los dos.– ¿Por qué te dio esta carta a ti? – le preguntó con incredulidad.– No podía dejarla en manos del servicio, cariño, fue algo inesperado también para mí, no sé lo que diga esa carta, pero por las palabras que me dijo cuando me la entregó, supongo lo que está escrito – argumentó ella.Zack se puso en pie de un salto y llegó hasta donde estaba Angela tomándola fuertemente por los brazos.– Si me estás engañando, te juro que te vas a arrepentir, Angela, si eres cómplice de ese infeliz vas a lamentar haberlo ayudado – le advirtió con los ojos inyectados en sangre por la furia que esta
Último capítulo