Capítulo 455
Toda la intimidad y romance dentro de la casa se desvaneció completamente.

Isabella abrió los ojos de golpe, una mala premonición la envolvió.

El rostro hermoso de Mateo frente a ella tenía una sonrisa fría, su temperamento decadente hacía que pareciera aún más peligroso en ese momento.

La miraba fríamente, diciendo palabra por palabra:

—Tú no eres Ana.

Ana nunca sería tan repugnante.

Isabella se sintió como si hubiera caído en un pozo de hielo, toda su sangre parecía haberse congelado, sus piernas se debilitaron y se desplomó en el suelo.

Sus dedos temblaban sin control, no podía decir ni una oración completa.

Mateo miraba a Isabella como si fuera un cadáver:

—¿No pensarás realmente que estoy tan borracho que no reconozco a nadie, verdad?

Mateo se agachó, extendió la mano y apretó firmemente la mandíbula de Isabella, con una fuerza que parecía como si fuera a aplastar sus huesos, su voz fría.

Isabella se retorció de dolor, toda su cara se deformó.

Los bordes de sus ojos se enrojeciero
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