Gabriel no sabía qué pensar. Sin intención de reírse, las palabras de Mateo resultaron tan absurdas que terminó soltando una carcajada involuntaria.
¿Él, paternalista?
Diez ojos se clavaron en Mateo al mismo tiempo, pero el protagonista no se daba cuenta para nada de lo ridículo que sonaban sus palabras.
Como su madre, Fabiola en este momento realmente quería meterlo de vuelta en su vientre y rehacerlo desde cero.
Oh no, mejor que directamente no existiera esta persona llamada Mateo.
Si hubiera sabido desde antes que Camilo la iba a engañar en el futuro, por más que lo amara, jamás se habría casado y tenido hijos con un hombre tan infiel.
Fabiola extendió la mano para agarrar su brazo: —¡Mateo, cállate!
Mateo no escuchaba ni una palabra.
—¿Callarme para qué? ¿Porque toqué un punto sensible?
—Mamá, yo soy tu hijo. Gabriel le robó la prometida a tu hijo, ¿estás segura de que vas a hacerte la ciega?
Los dos policías de guardia al escuchar esto inmediatamente movieron los ojos nerviosament