Lo sorprendente era que resultara ser la barista de esa cafetería.

Parecía que la presencia de Bella allí se debía a la manipulación de Cristina.

Vaya, realmente estaba desesperada por ocupar su lugar. La lección de anoche no le había servido de nada. En menos de un día, ya estaba tramando algo contra la niña.

Según lo que Ana sospechaba, la escena frente a ella era un plan conjunto de Cristina y Luciana.

El objetivo era simple: controlar completamente a Bella.

Mientras la niña estuviera con su padre, Sara jamás tendría el corazón para dejar a Leandro sin nada en el divorcio.

Cristina lo quería todo.

—¡Ah!

Otro grito interrumpió los pensamientos de Ana.

La escena había cambiado.

Cristina, que antes estaba detrás de la caja registradora, ahora se encontraba frente al hombre perturbado.

Estaba negociando con él.

—...Señor, la niña es inocente, por favor cálmese. Dígame qué necesita y trataré de ayudarlo.

—Tía Cristina, ayúdame por favor... —sollozaba Bella, desorientada y aterrorizada.

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