Tras ser expulsada de los Ramírez, Ana había quedado sin nada.
Ahora, desvergonzadamente, se había aferrado a Gabriel, un hombre poderoso, y esto hacía que Isabella rechinara los dientes de rabia.
¿Por qué Ana, después de arruinar a los Ramírez, podía seguir viviendo tan libre y orgullosa?
¡Ana debería ser como el fango, fusionándose con el barro sucio! ¡Siempre bajo sus pies!
Comparada con esta furia, Ana estaba mucho más tranquila. Miró a Isabella de reojo, con voz fría y tono indiferente:
—Entonces, esperemos y veamos.
El enfrentamiento entre las tres mujeres había comenzado, y ella quería ver cuán interesante resultaría.
La silueta de Ana desapareció frente a ellas.
Mariana miró a Isabella con desaprobación:
—Lo que acabas de decir, ¿no es como advertir indirectamente a Ana?
Al principio pensaba que Isabella era inteligente.
Pero después de pasar unos días juntas, parecía tener cerebro, pero solo medio.
Su nivel era realmente bajo.
Luciana estuvo de acuerdo con Mariana.
No había tr