Capítulo 286
Estaba completamente seguro de que nunca había amado a Isabella.

¡No había traicionado esta relación! Solo había cometido un error que cualquier hombre podría cometer.

Mientras Mateo se sumergía en su autohipnosis, Ana se agarró naturalmente del brazo de Gabriel.

Mirando a Mateo con una sonrisa, dijo con gracia:

—Entonces no puedes faltar a nuestra boda.

Lucía compartía con Ana ese momento de satisfacción: que su ex la llamara tía política. Solo imaginarlo resultaba gratificante.

—No lo harás —dijo Mateo.

La Ana que recordaba jamás haría algo así.

El dolor fugaz en los ojos del hombre hizo que la mirada de Gabriel se ensombreciera.

Entrelazó sus dedos con los de Ana, apretándolos firmemente, y cuando volvió a mirar a Mateo, sus ojos estaban cargados de desafío.

—¿Por qué no lo haría? ¿Acaso me conoces bien?

Ana soltó una risa despectiva, cuestionándolo.

Captó claramente ese destello de asombro en los ojos de Mateo, y la sonrisa en sus labios se volvió más fría.

Era exactamente como ell
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