Ana cambió a una postura más cómoda y, como estaba aburrida, abrió la aplicación de la plataforma de Isabella para ver su transmisión en vivo.En el stream, Isabella lucía un maquillaje impecable, con una biblioteca llena de libros lujosos de fondo. El estilo había cambiado notablemente, volviéndose más sofisticado.
—Algo raro está pasando. Definitivamente hay alguien detrás de esto —pensó Ana.
No creía que Isabella, a quien consideraba una persona con poco cerebro, hubiera ideado este plan por sí misma. Después de todo, en su memoria, Isabella siempre había sido muy tacaña. Quizás era producto de su historia de vida: siempre había sido mezquina con el dinero. Ni siquiera con el reencuentro familiar había logrado deshacerse de esa costumbre.
Recordó cuando la echaron de la familia Ramírez y fue Isabella quien insistió en devolver todos los años de manutención. Ella nunca decía las cosas directamente, siempre daba vueltas. Y ahora, gastando decenas de miles de dólares... ¡Menuda manera d