Capítulo 120
Luego, su mirada se posó naturalmente en Ana, que estaba junto a Fabiola.

Ella le sostuvo la mirada con serenidad.

En aquellos ojos familiares ya no había amor hacia él.

Mateo lo sabía desde hace tiempo.

No pudo evitar apretar los puños.

—¿Y por qué no podría estar aquí? —preguntó Fabiola, mirándolo fríamente.

La presión de los lazos de sangre hizo que Mateo desistiera temporalmente de hablar con Ana.

—Me refiero a que este lugar no es apropiado para usted.

Club Oasis era un establecimiento legítimo.

Pero la mayoría de los que acudían eran hombres para tratar negocios, rara vez se veía a mujeres solas.

Fabiola y Ana eran claramente la excepción.

—¿Tú puedes traer a Isabella y yo no puedo traer a Ana?

Sin esperar que Fabiola mencionara a Isabella, el ceño de Mateo se arrugó aún más.

Traer a Isabella había sido una decisión improvisada.

Pero Fabiola actuaba como si ya lo supiera de antemano.

Con dudas, Mateo volvió a mirar a Ana.

Ana lo miró confundida.

—No me mires a mí. No tengo podere
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