—Siempre.
Caminamos juntos hacia la puerta principal, y cuando llegamos, Rachel nos recibió con los brazos abiertos, dándonos un abrazo a cada uno.
—¡Por fin! —dijo, sonriendo de oreja a oreja—. ¡Ya me tenían preocupada!
—Exagerada, dije mientras me acercaba y le daba un beso en la mejilla.
—Hola cuñado.
Pero que… me volteo como la niña del exorcista.
—Hola cuñada, dejame decirte que estás hermosa.
Miro de Rachel a Jake y viceversa.
— ¿Qué? ¿acaso no puedo saludar a mi cuñado?
—¡A no! Pues disculpe su majestad —dije, haciendo una reverencia.
Rachel soltó una carcajada y luego nos hizo una señal para que entráramos.
—Vamos, no los hagamos esperar, —dijo guiándonos hacia el interior de la casa.
La entrada estaba iluminada con luces suaves y decorada con flores blancas.
Rachel nos guía hacia el salón. Al entrar todos se nos quedan viendo o mejor dicho se quedan mirando a Jake.
—¡Emma! —exclamó la madre de Rachel, levantándose para abrazarme. — Qué bueno que pudiste venir, querida. Estaba