— Ethan Scott —
Y como decía el cuento, en ese momento fue cuando conocí a Halcón, mi gran amigo, casi hermano ahora, él era nada más ni nada menos que un agente Español dedicado a salvar al mundo. Por suerte me tuvo a mi de vecino ese día, pues después de enterarme que le dispararon y que sólo recibió primeros auxilios quien lo quería matar era yo. Me contó que su familia tenía una agencia en España y que se encontraba en una misión en Japón para desbaratar a unos Italianos que traficaban con drogas y personas, que su operación había salido bien y que era primera vez que había recibido un disparo.
Después de eso disfrutamos unas semanas más en Japón, mientras él terminaba sus cosas y yo recorría el lugar y luego cada uno siguió su camino, yo viajaría a Francia para disfrutar unos días de la Riviera y pasar por París para luego viajar a las Canarias y terminar mi viaje en Bella vista para saludar a mi amigo y volver a mi país.
Cuando llegué a París tuve el ¿gusto? de encontrarme con la tóxica novia de mi padre Yorelys Thompson, una mujer que si no fuera por tanta intervención e inversión en su cuerpo no sería fea, pero tampoco sería de mi gusto.
Estuve con ella un par de días, pues quería ver ¿cuánto amaba a mí papá? porque seré un cabrón, pero nadie se mete con un Scott y sabía de los rumores de que ella y su hermana eran unas víboras que les gustaba escalar en la sociedad aprovechándose de sus parejas.
Cuando decidí viajar por Europa, no tenía la más mínima idea que me encontraría con esta mujercita en París, pero bueno si quería sacar algo de provecho y poder sacarle la venda de los ojos a papá era obvio que aprovecharía la oportunidad... Y sí, cayó redondita... bueno ni tan así, creo que aprendí de mi amigo Galeano esto de creerme agente secreto y me funcionó.
La verdad fue dicha porque utilicé un poquito... solo un poquito de pentotal sódico para liberarle la lengua viperina que tiene. Pensar que creyó que era un mosquito. Todavía muero de risa solito a costillas de ella. ¡La única verdad es que esa mujer no tiene cerebro!
Perdón, me fui de mis pensamientos, retomo...
Como les iba diciendo la mujer ésta, me contó cómo había buscado a papá a través de los contactos de su hermana quien le había pedido que se acercara a él, por no sé qué cosa y luego empezó a gustarle tenerlo cerca pues era bueno en la cama y con su billetera... era demasiada información para un hijo ¿no?
Después tuvo la desfachatez de comentarme que conoció al hermano de papá, o sea a la bestia calienta camas de mi tío Aston y que éste le había gustado mucho, pero como era un niñato sin dinero no podía dejar a su gallinita de los huevos de oro que era mí papá,
«Si supiera que mi tío le cedió todo a papá para que se encargará de la firma y él vivir la vida de heredero» ¡Ja!.
En su plan maquiavélico esta víbora ponzoñosa, en realidad no sé porque no creo que ella sea lo suficientemente inteligente para planificar tanto, estaba lista y con todo armando un show de que había quedado embarazada y mi papá debía cumplirle casándose con ella. ¿De telenovela no?, pero el tiro le salió por la culata porque mi tío Aston la había dejado y mi papá la echó de su casa, no me dijo cómo y eso es lo que me falta por averiguar...
Después de obtener toda esa información, la dejé en su quinto sueño tirada en su cuarto de hotel, tomé mi maleta y me dispuse a pasar unos días de playa y sol en las Canarias. No me quiero ni imaginar qué pasó cuando despertó y ni siquiera supo qué le pasó...
En las Canarias sí que tomé sol señoras y señoritas, se me achicharró el cerebro con tanta mujer bella, buenos cócteles y fiesta toda la noche, creo que dormí menos que en mis noches de guardia, pero de que disfruté, disfruté.
Esa última noche, llevé a mi cuarto a una castaña que estaba para chuparse los dedos, nos comimos como si fuera a acabarse el mundo, por suerte tenía más de un paquete de condones, pues la muy caliente tenía más baterías que ese conejo rosa del comercial. Lo hicimos hasta en el balcón de la habitación en que me alojaba, la muy escandalosa gritaba y chillaba como loca, debí besarla varias veces para tapar su boca y aplacar sus gritos, porque me desconcentraba, pero no me quejo, me dejo seco y con una cara de felicidad que me durará días.
Cuando las primeras luces del día empezaron a aparecer, me solté de su cuerpo escultural, fui al baño, me duché, cepillé mis dientes, me vestí y tomé mi maleta. Salí despacio sin hacer ruido, bajé por el ascensor, pagué mi cuenta y un sustancioso desayuno para la chica y me dirigí al aeropuerto para tomar un avión rumbo a Madrid.