Castigos

En esa ocasión, no fueron solo los ojos de Xavier los que brillaron con malicia, los de Stacy también lo hicieron cuando dio un paso más, uno que la llevó a estar todo lo cerca que podía del cuerpo de él y uno que le permitió sentir su miembro duro a través de sus pantalones.

De pronto, ella sintió un hambre voraz. El deseo se adueñó de su cuerpo impidiéndole pensar en nada más, impidiéndole pensar en toda la pesadilla que estaba viviendo.

De un momento a otro, lo único que deseaba era sentirlo a él, sentir sus cuerpos el uno contra el otro y olvidarse de lo mierda que se había convertido su vida. Si eso la ayudaba a olvidar, sería bienvenido.

—Corazón —ahí estaba, esa forma de llamarla que la volvía loca— voy a necesitar que me digas de una maldita vez lo que quieres.

—Lo quiero todo. A ti, los látigos, las cadenas, los juguetes, las palabras de seguridad, todo, y quiero empezar ahora.

Si necesitaba un castigo por lo que había hecho, que fuera en ese sótano, proporcionado por el homb
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