Luego sus ojos se fijan en los míos y se iluminan, junto con su sonrisa. Mi corazón salta en mi pecho y tengo que apretar los puños para contener todas las emociones que me llenan. Mientras Law coloca toda la comida en la bandeja al lado de la cama, Laury arquea una ceja y murmura —Te amo—.

Me río en voz baja y le pongo los ojos en blanco. Es una risa lo que necesito.

Nuestro grito de quién recibe qué dulces es interrumpido por el timbre del teléfono de Law. Frunce el ceño cuando lo mira antes de decir: —Lo siento. Mi secretaria me está avisando que hay un problema que debo atender—.

—No hay problema. Gracias por venir a conocernos—, dice Kamila. —Estoy seguro de que Sarah hizo que pareciera que usaríamos dispositivos de tortura medievales contigo—.

—Ella sólo me hizo pensar que recibiría amenazas leves—. Él se ríe.

—Y no olvidemos la amenaza muy real que se planteó—, añade Laury.

—No hay posibilidad de que eso ocurra. Me gustan mis piernas tal como están. Pero no tienes que preocupar