Él se encoge de hombros. —Tal vez tus dedos hubieran llegado a tu coño porque estabas recordando nuestros momentos juntos—.
Bueno, eso hace que el calor se dirija directamente al área que acaba de mencionar. Trago, decidida a no dejar que me desequilibre esta vez.
—No. Eso fue lo que hice anoche.—
Su sonrisa es instantánea. Deja el tenedor y empuja la silla un poco hacia atrás para poder, muy claramente, frotar su obvia erección a través de sus pantalones.
—¿Y en qué estabas pensando mientras te tocabas?—
—Tu boca sobre mí.—
—Hmm, interesante. Te traje pastel de chocolate—.
Señala con la barbilla la única bandeja que aún está cubierta. Lo levanto y encuentro un pastel con cuatro capas de chocolate esperándome.
—¿Crees que podrías comértelo mientras yo te como el coño?—
Mis ojos pasan del pastel a él. Hasta aquí lo de no desequilibrarse. —¿Q-qué?—
—Me escuchaste. ¿Verdad?— No respondo porque… ¿qué clase de pregunta es esa? Se lame los labios. —Averigüémoslo—.
Y luego se baja de la sill