Quiero poseerte ahora, preciosa; quiero enterrarme en ti y olvidarlo todo en tus brazos. ¿Podrás poseerme?
—Claro, mi amor. Haré lo que sea por ti. Soy tuyo, ¿recuerdas? Tómame... toma todo lo que necesites.
Eso era todo lo que necesitaba oír; con un movimiento fluido, se levantó y la levantó, llevándola a sus aposentos. La llevó a su cama y lentamente le quitó la bata. Al ver su cuerpo, su erección lo impulsó a quitarse la ropa antes de acostarse con ella. Por un momento, ambos permanecieron allí, intercambiando calor. Pensó en cómo el solo hecho de estar con ella le proporcionaba una sensación de calma y paz inexplicable. Estar con ella acallaba las voces furiosas en su cabeza, las voces que le gritaban por las decisiones que había tomado tanto en el pasado como en el presente. Esas voces que no dejaban de juzgarlo, que nunca dejaban de recordarle la culpa que sentía en su corazón por todo lo sucedido; ella las acalló todas. La atrajo hacia sus brazos y la besó en los labios, y lueg