Los años habían pasado de manera gloriosa en la familia D’angelo, un joven con sus dieciocho años cumplidos, observaba la tumba de su padre
Mostró una sonrisa nostálgica al dejar unas cuantas flores, justamente lo que hizo con la de sus madres, aquella que estaba justamente al lado de su padre
Ellos dos estaban juntas desde hacía muchos años, todo a petición de Neus, quien decidió que a Damián le gustaría que Narel estuviese sepultada a su lado
Un sueño que hizo, realidad, Desmon, más que encantado, cumplió aquel deseo, pues él también consideraba que era lo necesario
En aquel momento el chico no podía pedido nada más, él había tenido dos padres que no había llegado a conocer en sí, pues los recuerdos de su madre Narel
Eran tan escasos, podría decirse qué nulos, no más que anécdotas que su nana Tabita suele contra cada que lo veía ahora siendo un hombre
O incluso su madre Neus, quien solía contarlas de vez en cuando estaba llena de nostalgia o él le preguntaba sobre Narel
Sobre aquell