A pesar de que nunca había experimentado los celos a flor de piel con otra dama, Phillips sentía que algo caliente se concentraba en su pecho que le iba subiendo lentamente como un volcán a punto de hacer erupción.
Miraba a su Duquesa y hermano mientras resollaba como un buey embravecido. Aunque su instinto le ordenaba que debía ir hacia ellos y hacer que Germán le quitara la mano de encima de su esposa, se mantenía sin mover un solo músculo a la espera de algo más.
En su estado de afán, suponía que a Anastasia le estaba gustando que su hermano la estuviera tocando, pero cuando un nudo se le formó en la garganta, terminó gritando:
—¡¡Qué significa esto!!
Germán que aún seguía admirando la belleza e ingenuidad de nuestra Duquesa, sonrió divertido volteando a ver a su hermano que se aproximaba a zancadas.
—¡Phillips, al fin has regresado! —musitó Anastasia con emoción, mostrando una sonrisa radiante. Pero él ni atención le prestó porque estaba enfocado en sus errados pensamientos, por