Capitulo XL

Santo Dios_ dijo en voz alta.

Estaba allí como si nada, una catedral frente al cielo azul, y antes de que pudiera evitarlo, alzó una mano, intentando tocarla, como si quisiera rodearla con un puño, pero lo único que sintió fue la brisa de la mañana resbalando entre sus dedos.

_ No creo que puedas tocarla desde aquí_ dijo una voz a su espalda sobresaltandola, ella giró en redondo y se encontró con unos ojos azules en el cual se podía ver un brillo de diversión.

Apolo sostenía una taza de café entre las manos. Provocando que la joven se sonrojara ante su inesperada presencia.

_ Llame a la puerta_ dijo él en tono de disculpa_ Pero no respondías.

_ Y decidiste entrar para asegurarte de que no me hubiera suicidado durante la noche_ dijo ella en tono serio.

_ Vaya! Acaso percibo sentido del humor. Veo que estamos de buen humor está mañana_ bromeó él.

_ Es para mí?_ preguntó Merida señalando la taza de café.

_ mmm No_ dijo él_ Es mía_ Pero si bajas podrás beber todo el que quieras. _ Yo sol
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