Capitulo XLI

Apolo se dio la vuelta hacia la puerta principal, y con la mano le hizo señas a Merida para que lo siguiera, ella puso los ojos en blanco, le dio algunos sorbos más a su café ya frío, y tiró todo lo que quedaba en el fregadero, dejando la taza limpia en el escurridor, se dio la vuelta para seguir a Apolo.

Saliendo de la casa se frenó al llegar al porche, observando la luz del día, desvío la vista para ver la punta de la cima entre los árboles desde ese punto bajo.

La joven respiro hondo, cerrando los ojos un momento, incapaz de aburrirse del aroma a madera y pino, sintiendo como se le eriza la piel ante el aire fresco de la mañana, pero no le molestó, al contrario le encantaba la sensación.

Visualizó que la casa estaba rodeada de árboles de gruesos troncos, y el bosque a los lejos, el suelo oscuro bajo las copas de los árboles. De repente le apetece mucho caminar, le gustaría recorrer aquel bosque durante horas, así evitaría tener que ver y oír a alguien más.

La plataforma de madera q
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