Capítulo sesenta. Un plan en marcha. — — — — Narra Amy Carlson — — — — No hay silencio más inquietante que el que deja Arthur cuando no contesta. No pronunció ni una sola amenaza antes de irme, ni una advertencia, ni un último comentario envenenado. Solo se quedó allí, sentado, mirando mi taza de café vacía con la ceja fruncida, como si estuviera intentando descifrarme. Eso es lo que quería. Que dude. Que no esté seguro. Que crea, aunque sea por un segundo, que he dejado a Brad. Pero ahora, sentada en el asiento trasero de la furgoneta con los cristales tintados, mientras el coche se aleja del café, no puedo evitar sentir un peso oscuro en el pecho. Arthur es muchas cosas, pero no es estúpido. Su silencio me da más miedo que cualquiera de sus gritos. —¿Está todo bien, señora? —pregunta uno de los hombres que me escoltan, el de ojos oscuros que se hace llamar Mateo. Asiento con la cabeza, aunque nada está bien. —No quiero volver al hotel aún —murmuro—. Llévenme al edificio centr
Capítulo sesenta y uno. El Juego de la Mentira — — — — Narra Brad Lancaster — — — — No sé cuánto más puedo soportar. El tiempo me está desbordando, la presión se siente en cada rincón de mi cuerpo, y la verdad... me consume más de lo que quiero admitir. Este maldito juego del gato y el ratón con Arthur está alcanzando límites insostenibles. Amy sigue haciendo todo lo posible para mantenernos a salvo, pero yo siento que cada vez estamos más cerca del abismo. Hoy fue el día en que creímos tener una ventaja. Arthur estaba distraído, o eso pensábamos. Todos nuestros movimientos parecían calculados, planeados a la perfección. Pero es imposible no darse cuenta de que todo esto está siendo dirigido desde las sombras por alguien más. Siempre lo ha sido. Los hombres de confianza de Arthur no han dejado de seguirnos, incluso aquí, en la mansión de mis padres. No tengo claro si están esperando que cometamos un error, o si simplemente están jugando a su propio juego, más grande y más sucio. Y
Capítulo sesenta y dos. Un aviso del departamento legal. — — — — Narra Amy Carlson — — — — No duermo. No, realmente no duermo desde que ese día se desencadenó todo. La imagen del auto negro, la puerta abierta en la noche, la mirada helada de Arthur y la mía, con la pistola en la mano, aún se me quedan grabadas en la retina. Todo lo que hago ahora, cada movimiento, lo hago bajo esa sombra constante, sabiendo que el villano de nuestra historia, Arthur Aramendi, sigue jugando sus cartas, tejiendo trampas y exigiéndonos que caigamos en su red. Esta mañana amanezco con el peso en el pecho como una losa. Las palabras de Brad, tan sinceras y cargadas de dolor, me retumban en la cabeza: "Si lo hago, lo haré por ti", "Si me matas, me salvarás". ¿Acaso lo nuestro no es suficiente para librarnos de sus amenazas? Pero Arthur nunca ha sido tan sencillo. Su poder y su obsesión por controlarnos han envenenado cada aspecto de nuestra vida, y, a pesar de mi determinación, el miedo me atormenta cada
Capítulo sesenta y tres. Con astucia y con la verdad. — — — — Narra Amy Carlson — — — — —No sé quién ha llamado al equipo de seguridad —dice acelerado—, pero dicen que hay sospechas de fraude en la herencia y han desplegado refuerzos. La adrenalina me inunda. ¿Quién podría haber llamado? ¿Sería otra jugada de Arthur para distraernos, para desestabilizarnos? No lo puedo saber, pero siento el frío penetrar mis venas mientras pienso en lo que significa esto. —Mantente en el salón —le ordeno a Brad por teléfono—. Yo voy a averiguar lo que ocurre en la entrada principal. Su voz se vuelve tensa, y yo doy un paso hacia la puerta del vestíbulo, decidida a enfrentar lo que sea necesario. Allí, en la entrada, encuentro a uno de los hombres de seguridad, con la mirada fija en la cámara de vigilancia. Se vuelve hacia mí cuando me veo acercar, y por un instante, sus ojos se llenan de confusión. —¿Qué está pasando aquí? —pregunta con voz autoritaria. —No lo sé —le digo, la voz temblorosa—
Capítulo sesenta y cuatro. La avaricia no conoce límites. — — — — Narra Amy Carlson — — — — El ambiente se congela. Mi cuerpo entero tiembla mientras trato de mantener la calma, pero sé que cada palabra de Arthur tiene el poder de desmoronar lo que queda de nuestra resistencia. —¿Qué quieres decir? —pregunto, mi voz inestable, mientras Brad se acerca a mí para apoyarme. —Que el juego apenas comienza —dice Arthur—. Que tan pronto como tú y Brad revelen la verdad al mundo, yo actuaré. Un silencio oscuro se instala en la habitación. —No le permitiremos eso —murmura Brad con voz firme. Pero Arthur continúa, sus palabras están cargadas de amenaza: —Tendré mis propios aliados, con información que ni siquiera imaginan. Mientras ustedes creen que tienen la verdad, yo tengo la llave para cerrarla por completo. Las implicaciones son devastadoras. Imágenes, recortes de prensa, y documentos que hasta ahora hemos considerado nuestra arma, pueden ser manipulados por Arthur para vo
Capítulo sesenta y cinco. Llamando a los aliados. — — — — Narra Amy Carlson — — — — El rostro de Brad se vuelve una máscara de determinación y furia. —No podemos esperar más —murmura finalmente—. Es ahora o nunca. Nos miramos y, sin decir palabra, sabemos que la guerra se intensifica. Tenemos que actuar rápido. Recuerdo aquellas noches en las que nos prometimos luchar juntos, en las que cada beso era una promesa de resistencia, y cada abrazo, un juramento de amor inquebrantable. Ahora, mientras el sol se pone y la oscuridad se cierra a nuestro alrededor, sé que no hay vuelta atrás. Con un suspiro, decido que debo ir a enfrentar a Arthur, o al menos enviar a la prensa la información que nos queda. —Amy, ve a tu despacho —me dice Brad, y aunque sé que no quiero separarme de él, su voz es la única que me mantiene enfocada—. Toma la carpeta, revisa los documentos, asegúrate de que nada falta. Yo me encargaré de llamar a nuestros contactos, de asegurar la filtración de la notic
Capítulo sesenta y seis. Tienes que actuar ahora. — — — — Narra Amy Carlson — — — — Julián asiente con la convicción de quien sabe de qué hablo. —Voy a trabajar en esto de inmediato. Pero debes saber que si Arthur se entera, las cosas se pondrán aún más difíciles. Lo sé. Siento la presión, el peligro, el inminente caos. Sin embargo, esta es la única salida que veo. Salgo del café y regreso a casa con el corazón en un puño. Cada paso que doy me acerca a un destino incierto. Al llegar, Brad me espera en la puerta, con la expresión dura, el rostro marcado por la preocupación y la furia contenida. —¿Y? ¿Funcionó? —me pregunta en voz baja, buscando en mi mirada alguna señal de esperanza. —Lo intentaron —respondo, tratando de sonar confiada—. Julián me aseguró que comenzará a trabajar en ello, pero no puedo garantizar nada. Arthur siempre tiene un as bajo la manga. Brad se acerca y me abraza fuertemente, como si intentara robarse el tiempo, el respiro que ambos necesitamos. —
Capítulo sesenta y siete. Un enemigo en casa — — — — Narra Brad Lancaster — — — —El amanecer entra por las persianas entrecerradas como una amenaza silenciosa. No he dormido. Ni un segundo. Cada parte de mí está tensa, alerta, expectante. Siento que estoy sentado sobre una bomba de tiempo, y el tic-tac ya no se puede ignorar.Releo el archivo que encontramos en la red oculta de la empresa. Arthur lo escondió bien, pero no lo suficiente. Movimientos bancarios, desviaciones millonarias, nombres en clave... Hay incluso registros de cuentas en paraísos fiscales. Y lo más grave: algunos movimientos están a nombre de nuestra madre, Julia.—¿Lo sabías...? —susurro, aunque estoy solo.Me estremece la idea. ¿Mi madre está implicada o fue utilizada como pantalla? No quiero pensar mal, pero Arthur es capaz de cualquier cosa… incluso de usar a sus propios hijos y su esposa como marionetas.Tomo el teléfono y marco el número de Amy. Contesta rápido, como si tampoco hubiese podido cerrar los ojos.