Capítulo cincuenta y cuatro. El Juego Peligroso.
— — — — Narra Amy Carlson — — — —
La amenaza de Arthur sigue resonando en mi mente, como una amenaza silenciosa que no deja de rondar. Su voz tan fría, tan calculadora, y esa promesa que lo acompañó: “Si no haces lo correcto… me veré obligado a cortar esto de raíz. Para siempre. No sabes con quién estás jugando” Mi piel se eriza solo de pensar en ello. Estoy acostumbrada a que Arthur Aramendi sea una figura dominante, un hombre cuyo poder ha sido la columna vertebral de su vida. Pero lo que me hizo va más allá de cualquier advertencia que hubiera imaginado. Me promete que, si sigo defendiendo a Brad, si sigo metiendo las narices en su vida, las consecuencias no solo afectarán a él, sino a todos los que están cerca de él.
Mi respiración se acelera mientras veo a Brad al volante, la tensión palpable en cada centímetro de su cuerpo. Sé que algo dentro de él ha cambiado. Ha escuchado las palabras de su padre, y lo ha afectado más de lo que