Capítulo ciento veintinueve. Canciones bajo llave
— — — — Narra Amy Carlson — — — —
Había algo casi terapéutico en doblar ropa diminuta.
La habitación estaba en silencio, salvo por el suave zumbido de la lavadora en el piso de abajo. Brad me había hecho sentarme en la mecedora —como si fuera de cristal— y me pasaba pequeñas pilas de prendas para doblar: bodies, gorritos, calcetines de bebé.
—Este tiene leoncitos —dije sonriendo.
—Lo eligió Milicent. Dice que les dará “fuerza tribal”.
—Y este… este huele a ti —comenté, alzando una mantita azul.
Brad me miró con una sonrisa ladeada.
—Probablemente porque dormí abrazado a esa manta durante una semana antes de que llegara la cuna.
—¿Y por qué no lo sabía?
—Porque uno tiene su orgullo.
Nos reímos. Y esa risa —una vez más— me sostuvo.
Pero debajo de todo, el silencio tenía filo. Porque sí, estábamos en casa. Sí, los bebés estaban bien. Pero esa sensación de ser observados seguía ahí, como una nube gris que no terminaba de disiparse.
Brad, q