Se me ha hecho tarde, bastante tarde.
Con el cuerpo un poco tembloroso, me levanté, entré a mi closet para vestirme rápidamente, en cuanto salí vi el reloj de mi encimera, solo tenía cinco minutos.
Tome la ropa y las cosas que tenía en el suelo que anoche había olvidado levantar, apurada tome mis cuadernos y libros para empujarlos en mi mochila, me embroqué los zapatos y tome el cepillo para que, mientras tomaba el desayuno, lo cepillaba con urgencia.
Azoté la puerta de mi habitación y bajé como un bólido justo para toparme con Blanche en la puerta del comedor.
—Oh, mi niña.
— Désolé, nana —(lo siento, nana)
—Es muy tarde —me reprimió y empujó hacia el comedor, donde, un tranquilo Rossetti estaba por terminar su desayuno.
—Solo quiero jugo y una tostada —dije con premura.
Cecil, que se encontraba en un rincón, se apresuró a servirme un vaso de jugo.
—Buen día, señorita Chevallier—murmuró Rossetti mientras me inspeccionaba de reojo.
Solté una risa sarcástica.
—Buen día —dije algo seca