Cuando el helicoptero aterrizo en el tejado del hospital, una camilla, dos enfermeras y la matrona de Mia esperaban para llevarla al paritorio. Con la maxima rapidez, Mia estaba instalada en el paritorio, monitorizada y con una via puesta en su mano. Antes de ocuparse de Mia, la matrona de dirigió a Hugo.
- Si no vas a tratarte esas heridas no podrás entrar al paritorio- ordenó a Hugo, a quien le había rozado una bala, tenía varios arañazos en los brazos y mano, y varios golpes y moratones en la cara.
- No ire a ninguna parte, que me curén aquí mismo. - el dolor de las heridas no era comparable al dolor y la culpa que sentía por el miedo de perder a Mia, o los pequeños. Después de que sus heridas estuvieran desinfectadas y vendadas, la matrona, dejó que Hugo entrara al paritorio.
- Necesito que Mia esté tranquila, los latidos de los pequeños son normales, pero ella ha perdido mucha sangre y me preocupa que esté débil para soportar un parto vaginal doble, lo mejor será hacerle una ce