Cimientos sólidos; una frase metafórica que podría aplicarse a muchos aspectos de la vida. A tan sólo tres meses para dar a luz, me aferraba a reforzar los cimientos de mi relación con Hugo, seguridad, confianza, fidelidad, el amor inagotable que nos tenía sumidos en una nube de azúcar. Me dejé abasallar por toda esa felicidad de reconstruir no una vida, si no dos. Reconstuir un anexo a la casa fue más rápido de lo que me imaginé, dos habitaciones en una planta más, con un enorme baño compartido, un vestidor doble, hasta pudimos crear un pequeño espacio como sala de juegos. Lo único que Hugo me pidió fue decorar el mismo las habitaciones, y allí estabamos, apunto de descubrir el buen gusto de el padre de mis hijos.
- Preparada? - me preguntó Hugo
- Sinceramente, me da un poco de miedo - el sonrió, abrió la puerta de la habitación
- Dios Mío Hugo! Es ... precioso. - entré girando sobre mí misma, las paredes de un color verde pastel, con dibujos de animales: jirafas, elefantes, monos,