ISABELLA
No puedo quedarme aquí.
No después de lo que pasó anoche.
No después de la forma en que casi lo besé.
O peor.
La forma en que él casi me besó a mí.
Sigo sintiendo sus manos en mi cintura, la fuerza con la que me sujetó, como si estuviera a segundos de perder el control. Como si la línea entre odio y deseo se estuviera desdibujando.
Pero esto no es un maldito romance.
Es un secuestro.
Y si no hago algo pronto, voy a perderme en él.
La idea de