Don Xavier
Después de la visita de Leonardo, hago todos los arreglos para mi viaje a Portofino en Italia, donde vive mi viejo amigo, y donde también estoy casi seguro de que podré encontrar a Camille. Recuerdo que uno de sus sueños era viajar a ese hermoso pueblo.
Y aunque tengo esta información, no pude compartirla con Leonardo para no ilusionarlo, además de que primero debo de averiguar algunas cosas que no me quedaron claras con la explicación que él me dio y no porque siga dudando de mi muchacho, ahora sé que hay algo o alguien más detrás de todo esto.
Desde hace una semana llegué a Portofino y en todo este tiempo no hay ni un solo día que comuniqué con mi nieto, dado que está bastante preocupado por mi salud.
—Por cierto, abuelo, no me has dicho dónde te encuentras. No quiero que te suceda algo malo y ser el último en enterarme —me riñe Leonardo del otro lado de la línea, mientras le doy un pequeño trago a mi café.
—¿Hijo, te parece bien si hablamos más tarde? Estoy con mi amigo,