Rubén tomó a Emilia con mucho cuidado del brazo y salió con ella caminando despacio del salón. No quería que la vieran trastabillar, o algo peor. Sin embargo, cuando llegó al estacionamiento, la sintió aferrarse a su brazo.
—¿Te sientes bien?
—Encendieron las luces –dijo ella mirando en derredor con expresión lela—. Pero no es navidad todavía—. Rubén tuvo que reunir todo su autocontrol para no echar a reír en el momento.
—No hay luces –dijo. Ella abrió sus ojos sorprendida.
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