La señora no se había dado cuenta que había más personas en su casa, olvidando los modales al ver a su esposo. Al girarse, el rubor le cubrió el rostro, contrastando con sus ojos dorados - Oh - se cubrió la boca, asombrada - ¿están heridos? - se paralizó por un momento al reconocer a los individuos.
-Permítame revisarlos - Javier se adelantó.
Oliver estaba acostado en un sofá, cubriéndose los ojos con un brazo, con un pie colgando; mientras el otro lo dejó doblado al borde. En el sofá contrario, Edgar se sentó lo más cómodo que pudo; aunque su rostro estaba desfigurado, aún se podía distinguir. Javier se acercó al que se miraba más grave - Dime dónde estas herido.