Alejandro prometió a las enfermeras que no haría nada que causara alteración en la paciente. Entró despacio en la habitación y se encontró con una chica frágil que dormía como si no estuviera atravesando un grave problema.
—Necesito que le apliquen un sedante, la trasladaré a una clínica privada—. Ordenó al director del hospital. Él quiere hacer todo por ella, pero sabe que si se da cuenta lo va a rechazar.
De inmediato se hicieron los trámites y en una ambulancia se realizó con éxito el traslado. Cuando ella reaccionó ni siquiera se dio cuenta de que había sido cambiada de lugar. Estaba emocionada porque le informaron que había un cupo disponible para su operación y eso era lo único que necesitaba escuchar.
…
—¿Cómo está ella?— Preguntó cuando todo finalizó.
—Se encuentra bien. Pero lo mejor es que contrate a una enfermera privada para que cuide de ella—. Propuso el doctor.
—Usted haga todo lo que sea necesario y yo me encargo del dinero.
Alejandro no se fue a casa. Se quedó siempre