Vincenzo soltó su maletín y abrió los brazos para recibir a Serena. El impactó le hizo dar un paso hacia atrás porque no había sido hasta el último momento que la vio venir.
—Si es así como vas a recibirme cada vez que regrese a casa, podría irme con frecuencia.
Serena levantó la cabeza y le dio una sonrisa.
Era tan hermosa y una sonrisa suya podía hacer que su día se sintiera mucho mejor. Se inclinó y le dio un suave beso en los labios.
—Bienvenido a casa.
Serena nunca había sido muy expresiva, pero eso era porque sus padres no apreciaban ningún tipo de muestra de afecto. Ni abrazos, ni besos, ni palabras cariñosas. Estaba tan acostumbrada a guardarse para sí misma cualquier emoción, pero ya no vivía con ellos y quería romper cada estúpida norma a la que estaba sujeta.
Si quería abrazar a Vincenzo y demostrarle que significaba para ella tanto como significaba para él, entonces lo iba a hacer.
—Esto supera cualquiera de mis fantasías —dijo Vincenzo, moviéndose rumbo a la sala, si