Una historia real, llena de emociones y sentimientos puros, aunque la envidia y la maldad se presentaran para derribar el amor, el poder del mismo es la esperanza de dos almas que se buscan entre las sombras. Las penumbras son solo pasajeras tormentas, porque al final el corazón sobrevive a los ataques de personajes con algo de lobos en su misma alma.
Leer másIntroducción
Angelina Jones; vive en una pequeña ciudad de vinos, familias, poderes que se encontrarán cara a cara. Jamás nunca la realidad de la vida le dará un certero golpe a lo que su corazón intenta comprender... ¿Puede la felicidad verse empañada por el odio? Argumentos cuestionables desde su propia lógica y razón.
El paso de los días y meses le dará una clara visión que incluso en la más densa oscuridad, una luz puede brillar, sentirse sola, decepcionada, traicionada, nunca había sucedido. Con tristeza profunda deberá vencer los obstáculos de una sociedad,hipócritamente elogiable.
Su corazón le llevará por el sendero quizás espinoso, sentir los latidos fuertes punzantes, la vida puede darnos sorpresas muy gratas, y otras hostiles. Tendrá que sacar fuerzas para levantarse.
Con el paso de los años uno aprende que no siempre un lobo anda solitario; está en manada al acecho, mirando de reojo, en otras escondido esperando su momento preciso.
Los lobos que merodean su vida son varios, y tienen la firme intención de destruir todo a su paso. Estarán escondidos en las sombras, en instantes la vida te enfrentará con obstáculos que colocarán tu existencia al límite, es mejor saber que tus enemigos esperan el momento de tu caída, no los ves, pero ellos vigilarán, su objetivo es dar la batalla.
La AutoraCharló Blus
La mañana del veintitrés de junio del mil novecientos noventa y nueve quedaría grabada en la mente de Angelina para siempre. Días antes al deceso de su madre, ella misma no gustaba de los funerales largos ni días de luto, ese día en punto a las siete y treinta había partido su madre. Eran las nueve de la mañana, el sol llenaba el lugar, a unos pasos bajo los árboles frescos, verdes, instalada bajo los grandes arboles al costado de la casa, la gran carpa blanca se movía con el viento de aquella mañana que flotaba armoniosamente, como si aquellas rosas y jardín entendieran que las manos suaves que muchas veces les habían regado con tanta ternura estaban allí en un silencio profundo, ellas lo percibían. La brisa lo decía en un susurro profundo, reposaba ahora en el féretro, había partido hacia las moradas celestiales, como tantas veces ella lo había leído en su vieja Biblia que conservaba con tanto amor, había partido con su Señor hacía unas cortas horas.
Ruth había pedido a su hija que no fuese a extender aquella despedida, pues ella prefería decir que era solo una partida, la palabra morir no cabía en su mente, moría a una vida terrenal pero ahora viviría eternamente al lado de su salvador. Riendo aquella mañana dijo a su hija, palabras que quedarían plasmadas en su corazón y mente, tomó su mano y mirándole sus profundos ojos cafés claros- querida nos veremos en la casa del Padre- No llores-
La partida sería inevitable, Ruth había desayunado ese día en punto de las siete de la mañana, su baño lo había hecho casi con poca ayuda, lo que sorprendió a su hija.
Las cortinas habían sido descorridas de par en par, el sol entró por los grandes ventanales, estaban más resplandecientes que nunca. Su madre entonó el himno “Mas allá de sol” acompañada de su hija, la lectura de ese día era el salmo ochenta y cuatro, cobró más vida que nunca en ese momento.
“Bienaventurado el hombre que tiene en ti sus fuerzas, En cuyo corazón están tus caminos. Atravesando el valle de estanques. Irán de poder en poder, verán a Dios en Sion.” Sabía que había llegado el momento de partir, su mano dulce se posó sobre el rostro de su amada hija esbozando una sonrisa le dijo: - Se fiel al Señor Jesús hija mía- hizo un gran esfuerzo para respirar- miro el resplandor que la envolvía y finalmente exclamo: El Señor de las Moradas Celestiales está aquí- su cuerpo quedo allí quieto, el rostro sereno adquirió una paz infinita, se había ido con su Señor a casa.
Angelina se quedó allí mirando a su madre, se dió cuenta que su rostro tenía un brillo de triunfo y paz, un rayo de luz perfecta llenó la habitación, era hermosa e indescriptible no podía explicarlo, solo sentía que tocaba su corazón, le llenó de una inmensa calma, tanto así que saliendo hizo un ademán a sus tías para que entraran, ella salió corriendo directo hacia los rosales, eran los preferidos de su madre, le habían prodigado muchos elogios, nadie poseía un rosal más hermoso que el rosal de Ruth Villena. Ya no estaría más con ella en las caminatas de mañana, no habría tardes de jardín y flores, algún día estarían de nuevo reunidas en las moradas celestes tal como su madre lo había dicho. Ahora tendría que continuar adelante, pero el cambio era rotundo para ella, Angelina se postró junto a la cama de su madre, lloró abundantemente, -mamá sin ti, nada será igual-en medio de la tristeza profunda, las lágrimas abundantes rodaban por sus mejillas, vió
un resplandor que envolvió la habitación, la luz era brillante, era solo ella y aquel resplandor, se secó sus lágrimas, todo volvió a su lugar. Se levantó a prisa, abrió la ventana de par en par, el aire era fresco, la paz le reconfortó, era una cálida, profunda, tenue paz.
Se limpió su rostro pálido, que surcado de lágrimas le hacían ver a simple vista su profunda tristeza, aunque en el fondo de su ser sabía que su madre estaba en brazos de El Padre Eterno y allí la vida sería totalmente diferente, fue directo a su habitación a limpiarse, y lavarse, sus negras vestiduras no tenían más que un cinto ancho, decidió atar sus cabellos largos ondulados. Nana Dolores estaba mirándole con sus ojos grises humedecidos por el llanto. La mujer que le había enseñado muchísimas valiosas lecciones desde niña. Con esmero había cuidado de su madre y de ella; Dolores Fonses, pero le decían cariñosamente Licha, había estado por más de treinta y cinco años con la familia, era parte vital de ellas, sus vidas e historias.
-No llores mi niña bonita- Dolores está aquí, cuidará de ti como siempre- abrazándola le besó en la frente como cuando era una niña pequeña jugueteando por los corredores de casa.
La hermana de su madre estaba allí en aquel momento, la tía de Angelina había venido unas semanas antes para estar con Ruth,
más allá a dos horas su tía Sara hermana del padre de Angelina.
Su padre Elkin Jones había terminado su servicio en la marina de los Estados Unidos, se habían conocido durante unos meses que había estado hospitalizado en el hospital de Chicago, donde Ruth trabajaba. Quedó enamorado desde que le había visto, eran los años setenta, ella era una joven médica brillante. Pronto crearon un lazo fuerte entre ellos.
Ruth regresó tras la muerte de sus padres en un accidente aéreo, la vida de la pareja había quedado cegada para siempre, quedaron las dos hermanas solas, su hermana se casó al año del accidente, mudándose a San Felipe, Ruth se quedó entonces sola, ante lo cual ella decidió renunciar y quedarse en Santa Bárbara. Colocó un consultorio particular, donde tenía todo lo necesario y así se extendió a los lugares cercanos donde no había acceso a la salud, Santa Bárbara era una pequeña ciudad frontera con estados unidos, dos horas del puerto de san Felipe, contaba con más de veinte mil habitantes. Tenía a dos horas playas y paisajes de ensueño, muchas familias vivían de la ganadería, la siembra, y los viñedos, en general el estado de Baja California era rico en belleza natural. Un lugar tranquilo de gente sencilla había allí en Santa Bárbara, minas de cuarzos que abundaban, era un lugar sencillamente acogedor y cálido con los americanos y franceses que habían ido llegando. Muchos de ellos iniciaron un avance de crecimiento.
Su padre al recuperarse totalmente la llamó y le dijo que quería pasar el resto de sus días junto a ella. Los padres de Elkin tenían una buena posición económica.
Por lo cual al ellos casarse le habían obsequiado algunos equipos médicos a Ruth para su consultorio particular, Elkin y Ruth se habían casado a los pocos meses de su noviazgo, los padres de Ruth le habían dejado la gran casona y tierras, Elkin se había enamorado de la región por lo cual había ido comprando tierras que añadió a los predios, logrando tener veinte y tres hectáreas de árboles frutales. Ruth a quien le gustaba la repostería le daba una mano con algunas faenas, el decidió elaborar conservas y mermeladas, así como delicias en tortas y postres que hacia el deleite de turistas y habitantes. En navidades solían ir a ver a los padres de Elkin, en unos de sus viajes nació su hija y regresaron de nuevo al hogar, cuando Angelina contaba con trece años cuando su padre había fallecido del corazón.
Ruth estuvo varios días sumida en una profunda tristeza, pero una vez más su coraje se había colocado a prueba, se levantó una mañana a los pocos días del funeral, cambiando sus negros vestidos, ato una cinta azul a sus cabellos y tomó de nuevo las riendas de la granja. Con la ayuda de su nana querida comenzó de nuevo, Licha como le decían por cariño, tenía una hija, a quien llamó Marie, jamás había sabido nada del padre de la chica que, saliendo un día por el pan, nunca volvió a regresar, pero no hizo falta, Dolores había sacado a su hija adelante. Cuando estuvo mayor de edad la envió a estudiar a la capital y era una eficiente secretaria bilingüe en un despacho de abogados.
Ruth había sido bendecida pues su abuelo de origen francés le había inculcado el amor por la medicina, en cuanto termino sus estudios la enviaron a la universidad en Norteamérica, luego finalizado se había anotado como voluntaria para un hospital en la localidad donde había estudiado, se unió al hospital de Chicago, fue medica cirujana de urgencias, y estuvo allí durante cinco años.
Al partir sus compañeros le habían despedido entre lágrimas, dejando allí las puertas abiertas por si quería volver.
En verdad que su madre había sido muy feliz junto a su padre, tanto así que no volvió a casarse, era de carácter, alegre, con una calidad humana que lograba sorprenderla en muchas ocasiones, Angelina estaba acomodando su lazo para recoger su cabello, Dolores luego de abrazarla contra su pecho, había limpiado su rostro, a paso firme salió a recibir a los que estaban llegando a extender su pésame a la señorita Jones.
Angelina tomo de su cofre azul, regalo de su padre en su último viaje a España, el broche de oro de su madre, lo coloco con orgullo en la solapa de su vestido, era una mariposa, le gustaría ser una en ese momento, libre volar de allí, un suave golpe en la puerta le sacó de sus pensamientos- Niña el reverendo William y la señora Aymeth están aquí-
-Dolores, en un segundo estoy lista-
Abriendo la puerta de golpe miró a Dolores y le sonrió, como agradecía a Dios que Dolores estuviese en aquellos momentos.
El reverendo saludo a todos dándoles la mano con cordialidad y esbozó una pequeña sonrisa cuando vio a Angelina llegando a la carpa blanca que había sido levantada, allí le daría el último adiós para siempre.
-Señorita Angelina siento mucho lo de su madre- Ruth era una mujer muy amada por todos nosotros-
-Gracias Reverendo-
-Lo sentimos mucho querida Angelina- dijo la esposa del reverendo- ya sabes que estamos para lo que necesites-.
Angelina dió las gracias por venir y estar en esos duros momentos, cuando avanzó unos pasos más vio de lejos al alcalde, su esposa la señora Lourdes, el comisario, los agentes de policía, el boticario y su hija, su amiga Sheila que era reportera y escribía para la prensa local. Muchos otros iban llegando de las haciendas cercanas habían sido pacientes de su madre por años. Estaban allí dando su último adiós a su querida amiga.
Las horas pasaron rápidamente en el reloj, junto a las horas los días. Licha abrazaba a Angelina con todas sus fuerzas, se casaría por fin. Era algo que embargaba todo su ser, no estaría sola. Angelina caminaría de la mano del amor.En la casona en aquel instante las maletas de los Olson estaban en el recibidor, pero antes cumplirían con una promesa a Jake.Su hijo estaba radiante, sus ojos brillaban, Natalia no ocultaba su felicidad, su vestido azul pastel resaltaba ese día más que el mismo cielo…de hecho; las nubes todas estaban agrupadas, vestidas de blanco aguardando la novia.Rosita, y el personal de la casona esperaban en la pequeña iglesia, Sheila caminaba de un lado a otro, Horacio se acercaba a ella quitando su cigarro de la mano.-No volveré a fumar nunca más, te prometí que una vez digan las palabras…los declaro marido y mujer, este cigarro dirá adiós-.-Entonces es cuestión de minutos cariño…te amo-.Flora, y Alicia llegarían con la novia, Rigoberto ejecutaría en el piano
La mujer corría hacia el árbol donde Jake escampaba, sus lágrimas se confundían entre las gotas gruesas de lluvia. Estaba a unos escasos pasos de él. Jake miró sus ojos, y en un impulso le abrazaba contra su pecho. Ella se aferraba con todas sus fuerzas. -Jake-. -Cariño…te he extrañado tanto, sentí que la vida se me iba-. -Jake Olson-. -Eres el amor de mi vida, yo sin ti no puedo seguir…si tuviese que elegir, te volvería elegir para el resto de mi vida-. -Sé quién eres…ahora lo sé, este es nuestro compromiso-. Extendía sus manos, allí estaba el anillo. -Lo encontraste…-. -Ahora recuerdo muchas cosas, ahora lo puedo ver claramente Jake-. -Debemos protegernos de la lluvia, vamos a casa, te pescarás un resfriado…no quiero que nada ni nadie pueda estropearlo todo de nuevo-. Natalia agitaba sus manos, se verían en la casona, Matt y ella se cubrían con una gran carpa. -Natalia, siempre he querido estar en tu vida, pero no quería entrometerme…-. Natalia le besaba abandonándose a sus
Angelina despertaba ante el canto del gallo que sonoro y melodioso llamaba a los buenos días. Licha ya tenía agua para café en la tetera listo, su buena nana Licha, tenía recuerdos de ella que estuvieron llegando uno por uno, eso le hizo feliz al pensar que no todo era malo, quizás aquel accidente fue necesario para encontrarse perdida, y ahora retornar. Sentía un impulso de regresar a casa, un llamado fuerte, algo le inquietaba a buscar en casa algo, podía ser una conexión entre pasado y presente.Tomando las llaves del auto, le dijo a Licha y Flora que debía regresar.-Quiero regresar, necesito regresar, tengo que buscar, debo buscar más de mí misma-.-No es bueno que vayas sola, yo iré contigo-.-Entonces yo iré con mi niña-.-Creo que volveremos las tres-.-Tres vinieron y tres se van-. Flora reía descompuesta, la vida tenía siempre momentos graciosos.-Es que he pensado en una obra genial, El Caso De Tres-.-Se ve genial, para una obra-.-Angelina…no mientas, no suena bien, Tres
Los días volaron como vuelan las hojas por el mismo viento, Angelina recordaba cada vez nuevas cosas de su vida, todas eran importantes, Jake se había convertido en un buen amigo, aunque él decía no ser buen amigo, era su amor, el amor de su vida.La tienda le trajo muchos recuerdos, era bueno trabajar, no daba crédito a que ella hiciera tantas delicias, pero le ayudaba, los fragmentos de su vida estaban siendo recuperados y eso le hacía feliz.Sheila y Horacio, estaban de trabajo a reventar, la compra por parte de Jake de un nuevo proyecto les tenía en sensación y expectativas, pero en casa de los Olson, las nubes negras se habían instalado, por lo cual, Jake permanecía mucho más tiempo por fuera de casa, era un hecho que Claudia estaba embarazada, y la verdad…le deseaba lo mejor del mundo, su hija ya lo sabía, lo tomó con calma, y porque negar que estaba feliz, un hermanito, pero entre ellos las cosas estaban muy tensas.Era como una novela donde nunca dejaba de pasar suceso, tras s
Salían del cementerio, no quería regresar…quería llevarlos en su corazón, ya no estaban allí, solo eran fragmentos, en casa, en la habitación de su madre, el retrato de sus padres sobre la mesa de noche le haría verlos siempre así, sonrientes, felices, unidos, ahora estarían unidos de por vida y para siempre.-Angelina, esta noche no puedo acompañarlas, pero volveré mañana, Sheila pasará esta noche a darte un vistazo-. Flora se preparaba para colocarse en marcha. Tomando las llaves le daba un beso.-Gracias por todo Flora-.-No hay nada que agradecer, solo espero que sigas recordando muchas más cosas de tu vida, y la recuperes, te esperan mejores días-.-Si tú lo dices, lo creo-. Agitaba su mano despidiéndole, mejor vería sus fotos y cartas, eso le ayudaría en general a recordar todo.Abría la mesita de noche, pero sus ojos no notaron el anillo que allí estaba, se dispuso a ver su vida en cada una de aquellas fotos.En la librería en aquel momento una discusión sucedía en la oficina,
Jake cerraba la puerta, mientras hacia un gesto con sus ojos en complicidad con su hija.-No tienes que jugar al esposo amable, no somo nada-.-Entonces me parece perfecto que ocupemos nuestros lugares-.-Eres un insulto completo, cada vez que te veo lo que siento es deseos de irme lejos de aquí, de todos, eso sí con mi hija-.-Veremos Claudia-. En aquel instante ella le lanzaba una mirada cargada de odio, una pequeña risilla se reflejaba en sus labios.Jake caminaba a prisa, subiendo las escaleras con rapidez, sus padres estaban en el estudio. Era hora de hablar muchas cosas, claro que no discutiría con sus padres, tenía que calmarse, así que respirando profundo, cerró sus ojos, las cosas claras y frente a frente mejor.Eloísa caminaba de un lado hacia otro del estudio mientras hablaba de Jake y Claudia.-Creo que algo está pasando, nosotros estamos ajenos, cariño, por favor habla con Jake, al final lo perderemos, no escuchará consejo o algo parecido, y se casará con esa mujer-.-Ci
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