Una semana después
Marino se encontraba en su apartamento jugando con Tara, ambos sentados en el suelo, mientras las muñecas estaban sentadas en un juego de comedor en miniatura, la niña le pasaba una pequeña tacita que presuntamente era té.
—Toma papi, ati esta tu té—extendió su y luego se levantó, le dio un beso a su padre y se volvió a sentar.