Las piezas ya habían sido dispuestas en su sitio, encajaban a la perfección, y revelaban lo que realmente soy. Ahora que lo sé, no sé qué es peor: si continuar con la incredulidad en la que me mantenían o seguir adelante aceptando y enfrentando la maldición que corre por mi sangre. Finalmente, lo entendía todo, después de mucho tiempo comprendía qué significan mis sueños, de dónde proceden y por qué todo es como es.
—Ya soy una mujer y no tengo miedo de conocerme a mí misma.
En poco tiempo había aprendido mucho sobre mí. Cosas que antes ni siquiera sabía… En ese instante no pude evitar recordar las palabras de la Pitonisa: Llevo en mí la sangre oscura, soy la daga que el enemigo usa contra sus adversarios, fui creada como señuelo y para iniciar la guerra entre los dos bandos. Cerré los ojos y reflexioné minuciosamente sobre esas afirmaciones, decidí que yo no era eso que aseguraban.
—Me encuentro aquí, pero siempre llego tarde al enfrentamiento… —. Yo portaba la sangre maldita