Capítulo 67 — El Comienzo del Desastre
En la residencia Ashbourne, Arturo se preparaba para salir. La idea de encontrarse con la señorita Virginia lo llenaba de una expectación serena, distinta a cualquier otra cita social. Revisó sus guantes, la chaqueta de montar y las riendas de su caballo favorito, un corcel negro llamado Orion. Estaba listo para cabalgar. Sin embargo, no había contado con que alguien lo interceptaría antes de cruzar el umbral de la mansión.
Su padre, el duque de Ashbourne, lo esperaba en el vestíbulo, erguido, con el rostro severo que parecía tallado en piedra.
— Arturo —comenzó el duque, con esa voz que no admitía réplica—. Me han llegado comentarios sobre tus más recientes... distracciones.
El marqués se detuvo, sujetando los guantes con calma.
— ¿Distracciones, padre?
— Sí —replicó el hombre, avanzando un paso—. Hablo de esa joven americana. Dicen que pasas tiempo con ella, que la visitas, que se te ha visto conversar con ella en público. ¿Qué significa eso?
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