Entonces se escuchó la voz de un empleado que anunciaba: —¡Bienvenido! Señor Romero.
Bella frunció un poco el ceño.
¿Qué hacía Víctor aquí?
En las veces que ella había venido a la mansión, no se había topado con él, pues asumía que la relación con Teresa no era buena y por eso no solía venir. No esperaba encontrarlo hoy.
—¡Hermana, ven a tomarnos fotos! —seguía llamándola alegremente Yolanda.
Bella no quiso arruinar el buen humor de su hermana y accedió a acompañarla.
Casi media hora después, Teresa salió a buscarlas y le llevó a Yolanda un vaso de agua y sus medicamentos.
Yolanda los tomó obedientemente, y luego le pidió a Bella que jugaran al escondite.
Bella no esperaba que Yolanda propusiera un juego tan... infantil.
Después de todo, ella sólo había jugado a eso cuando era pequeña.
Teresa explicó sonriendo: —Los empleados tratan a Yolanda como a una niña pequeña, y han jugado al escondite con ella un par de veces cuando se encontraba mejor. Parece que le ha parecido divertido y qui