- ¡Ay, Dios! ¡Luke! – el grito de Bella a mi lado me despierta. Está sentada en la cama, cubriéndose hasta la barbilla con la sábana. - ¿Qué hago en tu cama? ¡Ay, Dios mío! No me digas que tú y yo… que… tú… ya sabes…
- No, pecosa. No hicimos nada. – le digo.
- Gracias a Dios. – dice y suena como aliviada.
Yo la miro frunciendo el entrecejo. ¿Es que acaso no quiere tener sexo conmigo?
- ¿Anoche prácticamente me violaste y ahora sientes alivio al saber que no lo hemos hecho? – le pregunto molesto. Me siento y recuesto la espalda al cabecero de la cama cruzándome de brazos.
- ¿Qué yo anoche hice qué?
- Te desnudaste y te abalanzaste sobre mí. Si no te detengo, en estos momentos estarías adolorida.
- ¡Dios, qué vergüenza! – sus mejillas se sonrojan y se levanta. – Necesito ir al baño. ¿puedo?
Señala mi baño y yo asiento. Corre y cierra la puerta tras ella.
Miro la hora en mi móvil. Son más de la nueve de la mañana. No rec