Hyeon mete sus manos debajo de la sábana y lo abraza más fuerte, cuando Ren intenta apartarse del abrazo que lo mantenía prisionero toda la noche.
—Hyeon… —susurró, moviéndose un poco.
El alfa vampiro solo gruñó algo entre sueños y lo apretó más fuerte contra su pecho.
—Cinco minutos más… hueles demasiado bien como para dejarte ir.
Ren soltó una risita al sentir algo duro rozando su culo.
—Tú dijiste que hoy ibas a levantarte temprano, ¿no?
—Dije que lo intentaría, no que lo lograría —replicó Hyeon, hundiendo la nariz en su cuello.
El omega se estremeció al sentir sus enormes manos en su parte privada. La respiración de él, caliente y lenta, le acariciaba la piel del cuello con descaro.
—Hyeon… —volvió a decir, intentando empujarlo, pero el otro no se movió. Al contrario se acomodó a la perfección detrás.
—¿Qué? Solo estoy respirando. No puedo ser castigado por eso. Me encantan tus feromonas
—Estás respirando muy abajo —Ren lo miró de reojo, sintiendo cómo el cuerpo del alfa se endure