Mis manos sudaban frio, estaba ansioso.
El aire ardía. Llevábamos días preparando el ataque, afinando cada detalle, pero nada calmaba la presión que sentía en el pecho. Cada segundo que pasaba sin tenerla entre mis brazos era una tortura. Amara. Su nombre me quemaba en el pecho cada vez que lo pensaba. Habían pasado meses desde que la perdí. Meses de silencio, de imágenes que no podía sacar de la cabeza, era ella, mi dulce luna. Y hoy la tendría conmigo
Había traído a veinte de mis hombres de confianza y a mi escuadrón real, no quería hacer llamativo y con las cosas en el reino tan quebradas como están eso seria lo peor. El sol empezaba a ocultarse y cada minuto que pasaba me ha ia sentir aún más ansioso. La bruja estaba frente a nosotros con cinco bolas de fuego en las manos que encerró en una mini barrera y nos entregó.
Cada uno fue a un punto de los sellos y lo lanzo viendo cómo este empezaba a arder, no era algo difícil pues la barrera empezó a fallar con facilidad y pronto pudi