Lumina

Carol sacó una pequeña cartera de cuero de su bolso, que parecía perfectamente normal para cualquiera que no supiera qué buscar.

—No me des las gracias todavía. Primero necesito ver al niño y estimar la firma mágica que lleva actualmente. A veces, lo que parece un ataque es en realidad otra cosa. Probablemente algo similar, pero quizás no es un sifón mágico.

Asentí, luego subimos las escaleras, deteniéndonos afuera de la habitación de Ollie para escuchar si Xenois estaba hablando por teléfono en su estudio.

La puerta seguía cerrada y podía oír su voz tenue, probablemente lidiaba con problemas que lo mantendrían ocupado un tiempo más.

—¿Ollie? —toqué suavemente la puerta, después añadí—. Hay alguien a quien me gustaría que conocieras.

—Adelante, mamá.

Cuando abrí encontré a Ollie sentado en la cama, con un libro abierto en su regazo, parece que estaba leyendo. Me miró con la misma mirada de sospecha que últimamente llevaba puesta.

—Ollie, esta es mi amiga Carol. Fuimos compañeras