Renacer De La Luna: Segunda Oportunidad Al Corazón
Renacer De La Luna: Segunda Oportunidad Al Corazón
Por: A. Leilani
Capítulo 1.
Lumina

El reloj de péndulo que estaba en el comedor marcó las siete. Ollie estaba sentado a la mesa, con sus pequeños dedos ocupados en recorrer los dibujos del mantel mientras miraba la silla vacía frente a él.

La silla de su padre estaba vacía, de nuevo.

—¿Papá va a venir a cenar? —preguntó, con una voz tan dolida que casi me rompió.

Forcé una sonrisa en mi rostro, una que había perfeccionado tras cinco años de matrimonio con Xenois Blackwood, Rey Alfa de la Manada Arroyo de Plata, CEO de Blackwood Enterprises y el alcalde más querido de la ciudad. También conocido como mi compañero, y el hombre que había estado ausente durante casi toda la vida de nuestro hijo.

—Mandó un mensaje diciendo que llegaría tarde, cariño. Empecemos sin él.

Los hombros de Ollie se desplomaron por la decepción, pero asintió con resignación, ya estaba acostumbrado porque era una escena habitual.

Puse su plato delante de él, Nuggets de pollo en forma de dinosaurio, su comida favorita, y le acaricié el cabello oscuro.

Se parecía tanto a Xenois que a veces dolía; compartían los mismos ojos azules y el mismo porte, incluso a su tierna edad.

Al sentarme, mi teléfono vibró con un mensaje de Xenois.

"No podré llegar. Sophia llamó diciendo que Riley está teniendo una mala noche y me necesita. No me esperes."

Apreté el teléfono. Sophia otra vez. Su exnovia había reaparecido en nuestras vidas hacía un año, junto con su hijo Riley.

Riley, que tenía la misma edad que Ollie, recibía más atención de parte de Xenois que su propio hijo biológico.

—¿Mamá, pasa algo?

Alcé la vista para encontrar a Ollie mirándome atentamente, con preocupación en sus ojos. Con casi cinco años, ya era más observador de lo usual y estaba acostumbrado a leer mis expresiones para detectar señales de angustia.

—Todo está bien —mentí—. Solo que papá tiene que trabajar hasta tarde otra vez.

—¿Con la mamá de Riley?

Esa pregunta inocente fue como una bofetada. ¿Era tan obvio? Si Ollie lo sabía, significaba que todos lo sabían.

Ahí estaba yo, la Luna de la Manada Arroyo de Plata, casada con mi compañero en un matrimonio arreglado que nunca se convirtió en una unión de amor, obligada a ver su devoción hacia otra mujer y su hijo.

—Come tu cena, cariño. Luego podemos ver esa nueva película de dinosaurios que has estado queriendo ver —desvié el tema, él asintió y se concentró en comer.

Más tarde, después de acostar a Ollie y besarle la frente, me senté sola en nuestro dormitorio, bueno, en mi dormitorio ahora, ya que Xenois casi no pasaba tiempo allí.

El vínculo que compartíamos se sentía llevado al límite por la distancia. Podía sentirlo al otro lado de la ciudad, al igual que sus emociones de preocupación y afecto por otra persona. Emociones que no estaban dirigidas ni a mí ni a nuestro hijo.

Abrí mi laptop y retomé la investigación, navegando por revistas médicas y páginas en internet.

Ollie llevaba meses enfermo, desde que Sophia y Riley habían llegado. Los médicos estaban desconcertados, ya que sus síntomas no coincidían con ninguna enfermedad conocida de hombre lobo o humana; presentaba fatiga, fiebre intermitente y ocasionales episodios de mareos.

Mi teléfono sonó. Al verlo, sentí una ráfaga de esperanza y lo tomé, pero entonces comprobé que no era Xenois.

—Hola, doctora Martinez —respondí, respirando hondo al sentir una aplastante sensación de desesperanza.

—Señora Blackwood, tengo los últimos resultados de las pruebas de Ollie. Pero me temo que siguen sin ser concluyentes. Quizá tengamos que buscar especialistas fuera de la manada.

Cerré los ojos, tratando de mantener la respiración constante, mientras asentía.

—Haga lo que sea necesario, el dinero no importa.

—Entiendo. Hay algo más... ¿Ollie ha estado expuesto últimamente a algún tipo de magia inusual o artefactos peligrosos?

Esa pregunta me pilló desprevenida. Me senté derecha en la cama, alarmada y tensa.

—No, nada de eso. ¿Por qué?

—Algunos de sus síntomas son similares a los de interferencias mágicas. Es raro, pero lo he visto antes, una vez.

Al colgar, me quedé pensando en silencio.

¿Interferencia mágica? ¿Era eso lo que le pasaba a mi hijo?

La llegada de Sophia no podía ser una coincidencia.

Desde el principio tuve mis sospechas sobre ella, pero Xenois siempre me callaba cuando intentaba expresarlas.

Mi teléfono vibró con un recordatorio en el calendario:

"Cumpleaños de Ollie, en dos semanas."

Mi pecho se apretó al ver la notificación.

El año pasado, Xenois se lo había perdido porque Riley tenía un partido de fútbol.

—Este año no será así —declaré, negando con la cabeza mientras respiraba profundamente—. Este año será distinto.

Le envié un mensaje a Xenois: "El cumpleaños de Ollie es en dos semanas. Me preguntó si vas a estar. Por favor, no lo decepciones otra vez."

Tres puntos aparecieron, desaparecieron, luego reaparecieron.

"Estaré allí. Lo prometo."

Quise creerle, pero había aprendido a la fuerza que las promesas de Xenois Blackwood nunca eran confiables. Siempre hacía promesas y aún así, lograba romper cada una de ellas, justificando sus razones.

Negando con la cabeza, solté el teléfono sobre la cama y salí un rato.

La luna estaba perfecta esa noche, iluminándolo todo a su alrededor.

Como Luna, y también llamada Lumina por las circunstancias de mi nacimiento, debí haber sentido su poder fortaleciéndome. Pero en cambio, me sentía vacía, como si me drenara la energía.

—Por favor —le susurré a la Luna, nuestra Diosa—, ayúdame a salvar a mi hijo.

Me quedé así durante horas, cuando el cansancio me venció me fui a la cama, todavía preocupada por mi hijo, hasta que finalmente el sueño me alcanzó.
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