Vuk Markovic:
Me quedé mirando el collar que descansaba en su caja de terciopelo, el que le acababa de comprar a mi princesa. Con solo mirarlo, los recuerdos de su sonrisa me inundaron de nuevo.
¿Cómo habíamos llegado hasta aquí?
Mi atención volvió a mi portátil cuando mi teléfono vibró con fuerza sobre el escritorio. Un nuevo mensaje iluminó la pantalla. Lo abrí... y todo se detuvo.
Jennie. Mi esposa, tumbada en la cama con solo un camisón negro transparente que se ceñía a sus curvas como una segunda piel, sus pezones duros y marcándose a través de la tela, una mano deslizándose por su muslo hacia su pubis rasurado. La imagen me golpeó como un puñetazo en el estómago: sus labios entreabiertos en un puchero suplicante, la mirada fija en la cámara como rogándome que la follara en ese mismo instante.
Tragué saliva con dificultad, mi pene palpitaba con fuerza en mis pantalones, el calor me recorría las venas. ¿Cómo demonios conseguía hacerme esto siempre? El teléfono casi se me escapa d