Entramos en la habitación, la cama de matrimonio estaba decorada con globos en forma de corazón y pétalos de rosa.
—Ven conmigo.— me lancé sobre la cama y tiré al suelo toda la decoración al quitar la sábana de arriba.
—Reika, yo...— se sentó en el borde de la cama y yo me arrastré hasta allí. No quiero pillarme los dedos con esto, pero estoy casi segura de que pasó más de diez minutos hablando sobre lo mucho que le costaba controlarse a mi lado.
—Da igual.— le interrumpí y después comencé a besar su cuello.
—¿Estás segura?— asentí y él se colocó sobre mí suavemente.
Acaricié su pecho mientras él me besaba y mi mano fue bajando lentamente hasta que él estaba totalmente... de pie separado de la cama.
—No puedo evitarlo.— dijo entrecortado por gemidos.
—¿Pero a tí qué te pasa?— me quejé al ver la sangre brotando de la herida en mi cuello. Al mirarle noté cómo cambiaba el c