Faltaban quince minutos para las diez cuando Melody y yo llegamos a la puerta principal del Sports Gym.
Le entregué los boletos a la persona a cargo, quien dijo:
- Lo siento, señora. La niña no puede entrar.
Miré a la mujer, confundido. ¿Cómo podría no entrar? Melody era la hija de Charles.
- Ella es mi hija. – Empecé a sacar nuestros documentos de la bolsa y traté de dárselos.
Ella se negó a tomar:
- No. La chica no entra.
- Soy responsable de ella. Como te dije, ella es mi hija y autorizo su entrada.
- Solo se puede entrar a partir de los dieciocho años.
- Pero canta una maldita canción de Rich Girl que mi hija escucha todo el tiempo.
- Mamá, maldijiste. Melody tiró de mi mano, recordándome 'joder'.
- Mal ejemplo, señora. Ahora, salga de la fila, hay más personas para unirse. Estamos atrasados.
- Pagué el boleto y entremos. - dije, tratando de empujarla con mi cuerpo y entrar, sin permiso.
No pasó mucho tiempo y dos guardias de seguridad ya estaban frente a mí:
- No se puede entrar