Me desperté y me tomó un tiempo darme cuenta de dónde estaba. Se sentía como una pesadilla despertarse en ese lugar pequeño y claustrofóbico.
Tan pronto como me di la vuelta en la cama, me encontré con Yuna, abriendo el armario y tomando un abrigo:
- Buenos dias señora. Está frío afuera. Necesitas conseguir un abrigo en caso de que quieras salir.
- ¿Qué hora es? - Todavía tenía sueño y mi voz salió débil.
- Siete.
Me tapé la cabeza con la manta, tratando de volver a dormirme.
- No quiero ser aburrido en toda esta historia de amor e injusticia, pero creo que deberías trabajar.
Asomé la cabeza, mirándola.
- No sé hacer nada.
- Nadie nace sabiendo hacer algo.
- Pero... estoy embarazada.
- El embarazo no es una enfermedad. ¿Cómo sobrevivirás? ¿Crees que voy a trabajar para poner comida en la mesa para ti?
Arqueé una ceja, confundida. Yuna era dura y fría. Y parecía querer hacerme daño todo el tiempo.
- Entendí que tú y Do-Yoon me ayudarían.
- “Ayudar” no significa trabajar para ti. Te est