En medio del escándalo se me olvidó todo, el dolor era insoportable y sentía que mi cuerpo se partiría en dos. Me llevaron a la sala de partos y la doctora Jiménez se puso su bata. Mirándolo desde afuera era un chiste tener a todo el cortejo de la boda, con hermosos trajes hechos a la medida dentro del lugar, pero lo que más me llamó la atención era la discusión entre Newton y Jex para quedarse conmigo.
— ¡Basta! — dije entre risas y llanto — doctora ¿se pueden quedar los dos?
— Si dejan de gritar como cotorras, lo voy a permitir. No puedo creer señor Van Pelt que sea tan escandaloso, mire a su bello esposito, tranquilo esperando en la salita y usted gritando más que la mamá parturienta.
— Perdón, mi bella Galeno, pero es que este guardaespalducho no me va a quitar el derecho de ver nacer a mi ahijado.
— ¡¿Ahijado?! — Ay no, se va a armar…
— ¡Ah! ¿Alguien se puede preocupar por mi? Ya no aguanto el dolor.
— Por supuesto querida — la doctora volvió a mi lado y se posicionó entre mis piernas, hizo tacto con sus manos y os miró molesta — y ustedes dos si quieren participar, vístanse para la ocasión.
Mientras la doctora me explicaba que ya tenía nueve centímetros de dilatación y que pronto mi puntito llegaría al mundo, esos dos se desvestían frente a las enfermeras y la anestesióloga que estaban ahí, la doctora Jiménez debió reprenderlas y pedirles que borraran de sus celulares las fotos que habían tomado de esos dos en traje de adán.
— Dejen de hacer su show y apresúrense que duele mucho. — exclamé y una nueva contracción me hizo estremecer.
— A… aquí estamos mi Shadowcita, ahora vamos respira como nos enseñaron… inhala… exhala, ven hazlo por puntito.
— ¡Mierda! Dana ¿hasta eso lo hiciste con este enclenque?
— No es momento para discutir jovencito, nuestro pequeño ha coronado, así que prepárense…
Jex tomó mi otra mano y comenzó a respirar al mismo tiempo que Newtt, por fin se habían puesto de acuerdo en algo y entre mis gritos desaforados y su respiración sentí cuando el mundo se abrió frente a mis ojos al escuchar el berrido de mi bebé.
— ¡Puntito! — y plaf, eso fue lo segundo que escuché para luego sentir que la mano que me tomaba Newtt se soltaba lentamente.
—¡Por dios! Que alguien venga a levantar a este muerto…
Las risas inundaron la sala de partos y luego vi como Jex se movía hacia la doctora.
— A ver tío, venga y ayúdeme a cortar el cordón
—¿Puedo?—preguntó mirándome a los ojos y yo asentí, la doctora Jiménez le pasó las tijeras esterilizadas y él con mano temblorosa separó a mí bebé de nuestro lazo, la doctora Jiménez hizo su trabajo y lo puso en mi pecho, estaba rojito y su pelo castaño y arrebolado me hizo recordar a su padre.
— Bienvenido al mundo mi pequeño Tomás — Solté algunas lágrimas y besé su frentecita. La doctora lo quitó de mi pecho y se lo entregó a la enfermera, mientras terminaban conmigo Jex se llevaba al bruto de Newtt en los brazos cual princesa de cuentos, traté de sonreír, pero el sueño y el agotamiento me ganaron.
Al rato después, desperté con más ánimos y un poco de dolor, lo primero que vieron mis ojos fue la silueta de Antonio que se paseaba dando pequeños pasitos mientras cantaba una canción de cuna, no me había fijado hasta que se dio la vuelta para ver que tenía en sus brazos a mi bebé...
—¡Despertaste! Mira Tomás, mami por fin despertó…
—Lo siento si te molestó mucho.
—Para nada, los que más molestaron fueron esos dos después de salir de la sala de partos.
—Ya cállate, Antonio. No quería desmayarme, pero verlo salir de ahí… abajo… iugh.
—Más respeto con mi amiga… además, todos venimos de la misma parte.
—A no, yo no señor, nací por cesárea.
—Pff, idiota.
—Ya niños, no discutan o despertaran a Tommy.
Trataba de reírme, pero nuevamente el llanto me conmovía, esos tres machotes que estaban frente a mí, cuidándome y cuidando a mi hijo eran lo mejor de lo mejor.
—¿Saben algo?
—¿Qué?— preguntaron los tres.
—Ustedes tres son los mejores amigos que una persona puede tener.
Los tres se acercaron a mí y me abrazaron. Sabía que junto a ellos, mi puntito y yo podríamos atravesar cualquier cosa, porque ellos ahora eran parte de mi familia…